domingo, 4 de enero de 2009

Dos poemas de Arturo Tijero

I
Nací roto, en la esquina rota del ojo izquierdo de mi madre

Nací con los ojos abiertos y un semáforo triste en la garganta

Naci en la terminal de un pueblo que bebió el líquido y comió mi ombligo

La calle me aventó a la calle y llamé hermanas a las putas

y me revolqué con ellas

dormí viéndole el culo a las estatuas de las fuentes

bebí la húmeda tristura de la madrugada: Me llené de frio.

II

Como suena la voz de la ciudad

que nadie duerme: Nido de putas y miseriosos

en la esquina: Mota y solvente, pulcras camionetas de nefandos judiciales

arrastran los sueños por la calle, en solares baldíos tiran mi sangre en los cuerpos:

Cuerpos que tiemblan y lloran y sorben mocos, rodillas y muslos y ojos lastimados

Encontré a María: Arronzada en la esquina del solar, con las manos sostenía sus piernas

Me acerque a ella, prendí un cigarro y me senté a mirarla

Ella se acercó como una perrita tímida, levanté los brazos y le hice un nido

Voló en la madrugada: solo su cuerpo se quedó conmigo.

Infiniélogo herrumbrista

Proponemos la destrucción de la palabra poesía, no buscar la estética de las flores y los atardeceres. Proponemos el derrumbe de la poesía muerta hecha por muertos para muertos. Nosotros, los desaparecidos, queremos ganarnos el olvido, nuestra Poesía no cambiará nada porque no busca nada, no busca inmortalidad, no busca lecturas en Coyoacán, no busca presentaciones en la Condesa con vino tinto y vino blanco y donde los mismos pasean en reses y balan al nombre de poetas, nuestra Poesía es el intento mismo de nuestra muerte, hacemos un grito de nosotros y nos volvemos el grito en el aire, pero este grito quiere en lo efímero de su muerte ser grito que dure pero no eco, Ser Poesía y entonces después, los ojos rojos de una ciudad muerta, prenderá las luces de las casas para leer un poema en la madrugada.

Hacemos los que queremos, lo único que nos queda, hacemos somos, la mancha de graffiti sobre el muro de concreto que se convierte en forma y también la tinta de otra mano que deja otra estela, una marca sobre otra marca, hacedores de cicatrices de la Ciudad Cicatriz, otra vez pintada con otra mano, dejando en ella un color dorado: Dorado escurriendo y que terminará guardando el polvo de periférico, hacemos lo que somos: Reflejo de violencia nuestros dedos, y en ellos la palabra se vuelve oscura y Herrumbrosa Poesía se llena de hoteles y mercados y estaciones, paradas, miradas que ven mujeres en la calle, miradas que ven hombres en carros, somos el sudor que suda en Juárez, la casa donde se guardan: Mujeres Desaparecidas, que van a ser Mujeres Asesinadas y otros les dirán muertas, y otros nada, somos Tuxtla, Tijuana, Ciudad de México, traficantes de palabra, vendemos a nada y a nadie poemas, nuestra Poesía anda entre la mierda y la patraña, pero también, en lo más negro de lo negro de nuestros ojos negros, y en ellos la esperanza no alcanza para aspirar al recuerdo y también somos hermosos pensamientos que se pegan al papel cuando muere gastándose en banqueta.

Somos herrumbristas, jugos de los camiones para basura, el torton que lleva cerro para convertirlo en calle, el taxi que busca madrugada en madrugada, las sombras que entran al parque, somos lo único que nos queda, televisión encendida doce horas al día, el tipo que enseña el tuétano de la espinilla sentado fuera del metro, somos la jeta hermosa de una hembra hermosa que no nos cogeremos y también la mano victoriosa que acaricia el culo cuando pasa y la mirada después del tacto, somos la casa vacía que estaba llena, somos el grito y la sacudida, el miedo a los puentes de noche, la pistola de plástico, la piedra que lleva la pistola de plástico y el grito de guerra, y la historia del tipo que subió a un puto en Insurgentes para meterle una putiza, la bala que mata, la que despierta.

Estamos en contra de esos que llamaremos poetas y escriben enredaderas para que viejos cultos con ganchos y mecedoras desenreden y digan después lo bien que estaban enredadas: No creemos en paz, en fuentes, nos da risa el feminismo desfasado, nos dan risa en concreto, todos los atentados contra la Poesía, nos morimos de risa de los que intentan volver culta a nuestra puta, Poesía es de todos y nosotros sólo aspiramos Poesía, a meter las narices en tus piernas y que nos des de escribir para dar de leer y dejar asombro porque la entraña de tu pulpa palpita sobre nuestros versos, queremos está vida en tus piernas, a ti, que dijiste un día llamarte Satura, queremos pedirte que no seas rencorosa y nos olvides, conocemos el color de tus recuerdos, ya después, que otros te encierren en las bibliotecas, para que así siga habiendo genios y no poetas.
Nosotros somos él que camina y mira una ventana y mientras mira la ventana pisa una bosta, la bosta que se convierte en huella, somos la bosta que guarda la huella, la huella que se convierte en polvo, nosotros olemos a herrumbre, somos herrumbristas, estos son nuestros detritos, nuestra es la orín del mercado en el que se venden poemas por kilo. No encontramos la diferencia entre Poesía y Violencia, a nosotros, los poetas nos han enseñado para que sirve el hambre, el odio y las tetas, aprendimos a encontrar la poesía en la velocidad de un disparo, en el instante mismo en que los ojos dejan la chispa y miran muertos. Vivimos Violencia: Inhalamos Poesía y olemos su tufo a solvente, el dulce olor a piedra, la mierda que toma los puentes, el humo de los coches, aprendimos que es más hermosa una mujer buscando comida en el basurero, que una mujer que nunca deja sucios los calzones. Nosotros nacimos en el trayecto, muertos y sin nada nos encontramos en el metro, nacimos un día mientras veíamos los ojos de alguien reptar en la piel de una mujer de apenas trece años, la mano tocó el muslo, nacimos en los golpes que le soltamos a los hijos de puta que nos llamaron hijos de puta. Nacimos cuando pensamos por vez primera en saltar al metro en el momento que va llegando. Somos el reflejo de algo que no existe, esto que hiede y no duele, esto que está y no vale, lo que sobra y lo que va quedando, la cosa antes del polvo, espejo: Azogue oxidado. Buscamos desde la rabia y la tristeza conseguir los animales que lleven nuestros detritos al papel: Furiosos versos sepias que destrozan y en sus fauces jirones de recuerdos: Jirones de ciudad sangrando y la sangre de la ciudad es de colores metálicos, eléctricos... Y una película plástica humedece la imagen.

Herrumbristas: Rafal A. M., Dalila Medel., Agus Camacho
Camilo 100fuegos, César Tijero, Arturo Galván, Neusotis Guerrero.